Los bovinos Romagnola presentan un manto blanco con matices grises en la parte anterior y pigmentación apical negra. La piel es flexible, suelta y de grosor mediano, está pigmentada y la lengua, hocico y orificios naturales, borla de la cola y pezuñas son negros.
La cabeza es de contorno recto, frente ancha, cara más bien corta y morro grande. La cornamenta es de longitud mediana; negra en la raíz se torna amarilla en la base, y suman pitones negros. Los cuernos emergen hacia afuera, hacia arriba y hacia adelante en los machos, pero en las hembras las puntas se encorvan hacia atrás.
Las extremidades son robustas, cuartos traseros son largos y amplios, las patas son relativamente cortas y musculosas con las pezuñas fuertes, lo que facilitan buenas aptitudes para el pasto.
Estos bovinos bien conformados se han concebidos para la producción de carne y anteriormente para el trabajo; son fornidos y sanos. Son dóciles pero alertas, fuertes y activos.
Al nacer los machos pesan de 45 a 50 kilos y las hembras unos 5 kilos menos. Contando con una muy buena capacidad de crecimiento, desarrollo corporal y engorde. Los músculos se prodigan bastante abajo en las patas.
Los novillos al año promedian los 450 kilos, en tanto a los 20 meses, cuando se da el ideal para el sacrificio rondan entre 460-480 kg. Los toros suelen alcanzar entre 1200-1500 kg de peso y las vacas adultas entre 600-900 kg.
Los caracteriza una destacada capacidad para el engorde, logrando ganancias de peso de hasta 1.5 kg alimentado a pasto. Producen carne de buena calidad, sabrosa, marmorizada, tierna y de fibra fina. De tono rosado.